Argentina
ocupa una superficie de 2 780 400 km cuadrados, y al ser tan basta,
impide la realización de un torneo nacional de rugby durante todo un año, de
modo, que se divide en varios campeonatos regionales (Los campeones, juegan a
principio del año siguiente un campeonato nacional de mes y medio).
Tigres juega,
junto con otros equipos salteños, tucumanos y de Santiago del Estero, el torneo
regional del norte, cuya fama, es la de ser el torneo más duro de toda Argentina.
Lo cierto es que hay varios viajes de hasta 500 km y puedes pasar de jugar a
una altitud de 1600 m con gran sequedad y polvo, a jugar a altas temperaturas y
muchísima humedad. Esto me hace recordar…
…Nunca
olvidare mi primer viaje a Tucumán. Era nuestro primer partido de la temporada y
nos tocaba con el subcampeón del año pasado (Tucumán rugby) que en ocasiones
anteriores, ha sido campeón del Regional del norte, e incluso del torneo del
interior (Torneo Nacional).
Nos citaron a
las 7 de la mañana en una gasolinera conocida de salta, y ahí tomamos el
colectivo (autobús) de dos pisos rumbo a Tucumán. Tardamos 4 horas y media, pero
con el aire acondicionado y los asientos de cama y semi-cama no se hizo muy
largo (realmente me dormí todo el viaje).
Por fin llegamos al club de Tucumán rugby, y
apenas puse el pie en el suelo el calor me tumbó. La temperatura había cambiado,
ahora estábamos en el horno (expresión salteña que se traduce por “estamos
jodidos”). El equipo nos llevó a la sala principal del quincho
(bar-restaurante) del club, donde entre placas conmemorativas a jugadores pumas
y expumas de su club y copas de
campeonatos ganados, nos dieron un plato de pasta ( en argentina es tradición
dar de comer al equipo visitante antes del partido). Después nos dirigimos a
los vestuarios atravesando gran parte del club, que tenía canchas de rugby y hockey
de un verde espectacular, esperando ser destrozadas por la barbarie que se
avecinaba.
Ya en el
vestuario, en un silencio sepulcral nos cambiamos, entraron los entrenadores y
dieron la charla motivadora. Todos estábamos nerviosos y al terminar
repartieron las camisetas. A mí me dieron el 14… mi primer partido lo jugaría
de wing (ala para los españoles). Salimos al campo y calentamos muy
concentrados.
Finalmente,
llegó el momento de la batalla, entonces los vi por primera vez: saltaron al
campo 15 tucumanos vestidos de verde y negro arlequinado. Todos eran enormes montañas
de músculos, los wings eran casi del mismo tamaño que los pilares, como hechos
en serie… no era el momento de echarse atrás, asique salimos con todo.
La verdad es
que peleamos duro, pero ellos corrían como aviones y tackleaban (placaban) como
tanques. Al terminar la primera parte me dijeron que después iría de suplente
con el primer equipo (es común en el norte de Argentina, que los suplentes para
el primer equipo salgan de los jugadores titulares que han jugado anteriormente
con el segundo equipo), yo sonreí y asentí pero realmente no daba más. Nos
comentaron que había 45º de temperatura y un 99% de humedad, lo que explicaba porque
cada vez que caía al suelo e intentaba respirar, en mis pulmones solo entraba
magma en lugar de aire.
Bueno os podéis imaginar cómo terminó todo,
perdimos los dos partidos, aunque el pollo asado con puré de patatas del tercer
tiempo calmo un poco el mal cuerpo.
La vuelta en
bus fue silenciosa y tranquila. Reflexionando
entendí que me quedaba mucho por entrenar para ponerme a ese nivel, y a
pesar de haber perdido estaba feliz porque veía un horizonte de aprendizaje y
un nuevo nivel que superar.
0 comentarios :
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.