martes, 27 de marzo de 2018

LA PLAYA DE MOSCU (Parte I)



Abrí los ojos aún legañosos: estaba dentro de una húmeda tienda de campaña en
algún lugar del Cantábrico, el último día de algún seven de playa de verano en los que
siempre estoy; había sido una noche turbia, de esas que, si puedes, te gusta recordar…
Preocupado por llamar a casa, fui a la cafetería más cercana a cargar el teléfono unos
minutos mientras me despertaba con un buen café.
Cuando lo conseguí encender, entre muchos mensajes que había, encontré uno
del seleccionador de Viator Barbárians: un equipo de rugby 7s  formado por la marca de
rugby Viator (que selecciona a grandes jugadores de todo el mundo para participar en
torneos de alto nivel).
Aún medio dormido pude leer lo siguiente: “Buenos días, Mariano; estamos
preparando un viaje a Moscu (Rusia) para jugar un torneo con equipos de toda Europa,
¿te gustaría venir con nosotros a jugarlo? Necesito una respuesta antes de mañana. Un
saludo”. Durante unos minutos me quedé pensativo, quizá algo en estado de shock,
hasta que pensé, mientras me reía yo solo como un imbécil: “…bueno, nunca he estado
en Rusia”. Y enseguida contesté aceptando ir.
A la semana siguiente, ya en Madrid, tuve que entregar ciertos documentos
(pasaporte, fotos, etc.) para poder tramitar los billetes y poder entrar en Rusia; así que el
día que quedé con el delegado encargado de tramitarlo todo, tomando un café (cómo
no), me enteré de todo el asunto: el torneo era en playa, no en césped, y los supuestos
“España Viator Barbárians” eran un equipo conformado en su totalidad por jugadores
que habían formado parte de las selecciones españolas de rugby XV y 7s en
campeonatos de Europa, series mundiales, 6 naciones B y juegos olímpicos, y el torneo
era el campeonato de Europa de rugby playa.
Esos jugadores ése torneo y yo… Me quedé flipándo.
  Pasaron unos días muy rápidos (o muy lentos, según la impaciencia), hasta que
por fin llegó el momento: cogí la mochila, los nervios y la cabeza, monté en un AVE
desde Segóvia hasta el aeropuerto de Barajas (Madrid), y fui a reunirme con mis
compañeros: y a coger el avión hasta Rusia, ¡ya no había vuelta atrás!
Y así, de un momento a otro y como caído del cielo, es como comenzó una
aventura más, ahora como jugador de la selección española de rugby playa.