No hay nada más
triste que un lobo sin manada. Un lobo que, por querer cazar a la presa por su
cuenta, al final es derrotado por ella fallando al grupo; y, voluntaria o
forzosamente, ha terminado alejándose de este, vagando por la nieve, esperando volver a formar parte de esa familia algún
día.
Y sí, no fue una, sino dos veces las que he fallado a mi equipo esta
temporada, jugando
quizás partidos sin importancia o torneos de fiesta; me he perdido el partido
que definía el ascenso y posteriormente, en una segunda oportunidad, para redimirme y redimirnos, la fase de ascenso; que
por supuesto aún no se ha disputado.
Ahora estoy aquí, en casa, escayolado con una recuperación muy
larga mientras me lamento escribiendo esto… Pero de TODO se aprende; y ahora toca vagar por la helada estepa, aprender
de mis errores, apoyar a mis compañeros desde la lejanía en todo lo que
pueda y regresar más fuerte que nunca.
Ánimo a la manada, que nunca me ha fallado y siempre me ha
empujado a seguir para delante; rodead a la presa, despacio, silenciosamente, y
clavadle los dientes hasta desangrarla, no la dejéis escapar, porque es
vuestra y de nadie más… Seguid las indicaciones del lobo sin pelo y todo saldrá
bien.
Y algún día este lobo volverá a la manada y le devolverá con creces todo lo que ella le ha dado antes. Vamos allá.
LOBOS, LOBOS, LOBOS!!!